A Nelly feminista
¿Cuáles serán las celebraciones que harán las mujeres nicaragüenses
para conmemorar los noventaicinco años de fundación de la Revista Femenina Ilustrada? En distintos momentos sus pares han destacado
que Josefa Toledo de Aguerri (1866-1962), creadora e impulsora de esta feliz
iniciativa, fue pionera en la propagación de ideas feministas en el páramo por
el que transcurría la vida del país en la segunda década del Siglo XX. De manera
unánime han reconocido su condición de forjadora de la pedagogía moderna en
Nicaragua y de haberse distinguido como la primera mujer Directora General de
Instrucción Pública (1924), cargo en el que estuvo apenas unos meses por haber
sido consecuente con su manera de entender la vida: "muy independiente y cuestionadora". Sin estos atributos
hubiese sido imposible que emprendiera, terca y beligerante, los diversos proyectos
que la convirtieron en una mujer pionera. Su sensibilidad y amplitud por poner
en perspectiva los derechos que asisten a las mujeres, dejaron huellas
imborrables en el movimiento feminista nicaragüense. Siempre vio hacia adelante
sin importar los tropiezos.
Doña Chepita creó la Revista Femenina Ilustrada (1918-1921), estando en el poder su
coterráneo, el Conservador Emiliano Chamorro Vargas, a la postre fundador en
Chinandega de la primera Escuela de Agricultura en Nicaragua. Emiliano siempre
la hostigó. Al hacer un balance somero de los logros alcanzados por la revista
durante sus dos primeros años de existencia (No 25, octubre-1920), el rivense
M. A. Ortega destaca que ya se podían "vislumbrar
las primeras fulguraciones del pensamiento femenil, romper las viejas creencias
animando a la mujer por la vía de su propia cultura, y verla avanzar entusiasta
a la conquista del puesto que por derecho le corresponde en el concierto de la
sociedad humana". La revista empieza a fructificar, su pensamiento
germina. Estaba convencida que hacía falta una tribuna para desandar el camino,
imponiéndose la tarea de forjar la arquitectura, elaborar los planos y convertirse
en artífice de la Revista femenina
ilustrada. El parto de la chontaleña fue una especie de fait-lux, un hágase la luz y la luz empezó
a iluminar el camino por donde debían transitar las mujeres nicaragüenses.
La revista vino a ser el primer esfuerzo audaz realizado
por una mujer, creando un medio de comunicación que asumiera la defensa del
feminismo en Nicaragua. Los temas centrales convocan a su emancipación
económica y a la reivindicación del verdadero lugar que les corresponde ocupar
en la sociedad nicaragüense. A través de varios números plantea como eje discursivo
la independencia económica de la mujer y la importancia del estudio como
condición imprescindible para alcanzar sus propias metas. Insistirá en remarcar
sus derechos y la necesidad apremiante de participar de manera beligerante
"en los trabajos, atribuciones,
puestos públicos y privados a que es llamado el hombre". Su reclamo permanente,
su visión diáfana y su práctica constante, hicieron de la Revista femenina ilustrada el canal natural para concientizar a las
mujeres. Doña Chepita misma se convirtió en un modelo a seguir. Solo basta indagar
su vida para comprobar que se ciñó a su propio itinerario. Siempre tuvo propósitos
claros.
¿Cómo resonarían en octubre de 1920, en el seno de la
sociedad patriarcal nicaragüense, las observaciones punzantes de la hondureña
Lucila Gamero de Medina, miembro del Comité
Auxiliar de Mujeres de Estados Unidos, que aparecen en
su No 25? Interpela e invita a la reflexión a las mujeres. "En su estado célibe, ¿quién le asegura que
va a casarse convenientemente o que siempre tendrá quien satisfaga sus
necesidades pecuniarias? Y si se casa, ¿está cierta que su marido podrá
atender, toda la vida, sus obligaciones domésticas? ¿Y las enfermedades? ¿Y los
malos negocios? ¿Y los vicios? ¿Y la muerte? Cuando esto ocurre, la infeliz
mujer -sujeto pasivo- se ve en la situación más angustiosa, y su familia
reducida a la miseria, presentando cuadros tristísimos, que torturan el alma al
verlos". Una realidad persistente invita a trazar su propio proyecto
de vida y a estudiar para labrarse su propia autonomía, ante el cuadro adverso
que tienen que enfrentar, en una sociedad que no logra deshacerse del lastre androcéntrico,
excluyente y discriminatorio. A delinear
con esmero el curso de sus vidas.
Estaba convencida que el estudio debía formar parte
del credo integral de las mujeres. Doña Chepita encontró en sus alumnas sus
mejores aliadas y en cada una de sus conquistas demostró que esta era la ruta indicada.
El magisterio y la Revista femenina
ilustrada son dos caras de un mismo empeño, un solo esfuerzo en dos
trincheras aparentemente distintas. Como afirman las mujeres de Puntos de encuentro, al distinguirla
como la primera feminista nicaragüense, "el colegio dirigido por ella era el
único donde las mujeres podían obtener su bachillerato, para luego ingresar a
la universidad, Elba Ochomogo, primera nicaragüense que
concluyó sus estudios universitarios, graduándose como farmaceuta, fue alumna
de doña Chepita". Tuvo la dicha también de preparar "a
Concepción Palacios Herrera, la primera nica que llegó a ser Doctora en
Medicina". Dos ejemplos para no confundir el camino. El estudio
siempre ha sido factor de crecimiento intelectual y toma de conciencia. El
estudio siempre el estudio.
La revista
nacida de su inspiración fue ventana abierta, espacio amplio y convincente, bajo
cuyos pliegues se respiraban aires renovadores. Alta cumbrera para que las
mujeres nicaragüenses divisaran las banderas desplegadas por el mundo por
quienes se esmeraban en conseguir la plena igualdad entre los seres humanos.
Multiplicó su mirada y vertió lo que pensaban y hacían las mujeres chilenas,
rusas, japonesas, cubanas, estadounidenses, españolas. Tenía la intención que
sus demandas y reclamos fueran un eco multiplicado y comprendieran que ninguna
estaba sola en esta empresa liberadora. En las bitácoras de sus viajes anotaba
todo lo que veía y podía ser útil para el país. Son un espejo resplandeciente.
Era un ver para vernos. Lo acontecido a lo largo del planeta no podía serle
ajeno. Las mujeres compartían un mismo destino y había que hermanar sus luchas.
Doña Chepita, miraba y registraba todo lo sucedido, con el ánimo que conocieran
y replicaran sus metas.
Para convencerlas de la necesidad de conquistar el
voto y evitar encontronazos políticos, publicó el Programa del Partido Nacional
Sufragista (Revista femenina ilustrada,
No. 32. Mayo 1921 p. 17), con el antetítulo Mujer
Moderna Cubana. Era su manera de filtrar los acontecimientos más
importantes realizados por las mujeres a lo largo del planeta y eludir los
manotazos de los políticos. Lo hacía no sólo con el ánimo que se enteraran de
lo ocurrido, pretendía que instalaran en su imaginario las bondades que se
derivarían para todas si conseguían alcanzar el voto femenino. Cuánto orgullo
sentiría al saber que la maestra normalista, Juana Molina, graduada en sus
aulas, había logrado por unanimidad, ser proclamada representante de la colonia
latina en el Cosmopolitan Club de la afamada Universidad de Columbia. El
antetítulo al trabajo que le remitió desde Nueva York, resulta elocuente: Frutos de nuestro huerto. ¡No era para
menos mostrar los primeros resultados de la cosecha!
Los temas educativos tuvieron igualmente prioridad en
la Revista femenina ilustrada.
Admiradora de su coterráneo Pablo Hurtado, otra luminaria chontaleña, publicó
en dos entregas las críticas enviadas por este al presidente Diego Manuel
Chamorro, refutando el informe presentado por el especialista estadounidense George
F. Shoens. Uno de los argumentos esgrimidos por Hurtado, objetando al experto, conserva
su actualidad para el magisterio
nacional. Estaba convencido que no es el número de asignaturas lo que volvía
difícil la ejecución del plan de estudios vigente en 1915, como afirmaba el
estadounidense. Más bien lo atribuye a "que el personal docente no ha tenido una preparación adecuada".
Para demostrar el equívoco de Shoens, ratifica que "la escuela no cambiado de fin, lo que ha cambiado son los métodos que
se siguen para alcanzar el fin que se propone la escuela". Doña
Chepita mostraba su beneplácito con las tesis sustentadas por Hurtado.
La revista tenía un perfil claro y una definición
precisa de sus objetivos. A noventaicinco años de haber irrumpido en una
sociedad donde la mujer carecía de voz y rostro, el más grande merecimiento de la
directora-fundadora de la Revista
femenina ilustrada, fue haber comprendido la dimensión del desafío que
tenían por delante las mujeres. Con mano firme trazó la geografía y acogió la
historia como elementos vertebrales de su discurso feminista. No deja de
sorprender que la migración sea un mal crónico de la sociedad nicaragüense.
Cuando se embarcaba en Corinto, doña Chepita se impresionó, tanto que
caracterizó muy bien el fenómeno de la importación y exportación de bienes y
personas. Al país ingresaban en ese momento pacas de cabuya beneficiada en El
Salvador, mientras jóvenes nicaragüenses salían al exterior en busca de
trabajo. El eterno drama. Dolida exclama: "Es severa tarea sustraerse ... del medio en que se nace , ciertamente,
pues el gobierno está en el deber de dar a la generación presente, una potente
fuerza activa que constituya su poder en las luchas diarias de la vida".
El hecho lo dejó registrado el 15 de septiembre de 1920. ¡En las mismas
estamos!
*Fotografías tomadas de Internet
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