Mientras ciertas taras persistan, el
escritor de ficciones buscará como sacarlas a flote, recrearlas, vengarse, desnudar
sus excesos, los sufrimientos que provocan y las múltiples desgarraduras que
dejan sobre la impronta del tejido social. Dispondrá toda su creatividad para
expurgar los males que atormentan sus días y sus noches. Su creación está
encaminada a develar la causa de sus desvelos. Los tormentos no desaparecerán
hasta haber expulsado del territorio de su vigilia los demonios que soliviantan
su ánimo. A veces el contexto en que incurren sobrepasa las fronteras de su vida.
Eso no importa. La dimensión del desafío sirve de estímulo a su imaginación.
Lejos de asustarle asume el reto y pone frente a nuestros ojos los mil brazos
siniestros de la medusa, para que no asfixie y sus consecuencias dejen de ser
letales para el resto de los miembros de su sociedad. Ese es el propósito de
Juan Gabriel Vásquez en El ruido de las
cosas al caer, (Premio Alfaguara 2011).
Escrita en una prosa tersa, el
colombiano cuenta como era el entorno de su país en los años que precedieron y
prosiguieron a su nacimiento (1973). Las ganancias que dejaban el cultivo y
tráfico de la marihuana hacia Estados Unidos, irrisorias comparadas con los
millones que empieza a generar el traslado de la coca. Consigue un efecto convincente al brindarnos una visión
completa. Las familias colombo-estadounidense Valverde-Fritts y
Yammara-Rodríguez son arrastradas al precipicio por un ambicioso piloto. Junta
el lugar donde se produce la droga con el país de su consumo. Su gran mercado
es Estados Unidos. Los miembros de Peace
Corps que llegaron por oleadas para ayudar a redimir nuestros males, enseñan
a los campesinos colombianos técnicas para cultivar con esmero la marihuana,
luego a mejorar el tratamiento de la pasta de coca. Una especie de roundtrip.
Aunque se lo propongan, muchos
escritores latinoamericanos radicados en Europa, no pueden romper el cordón que
les ata con el drama que acosa a sus sociedades. La inmersión retrospectiva que
realiza Vásquez en Colombia, radicado en Barcelona desde 1999, solo ratifica
que el ruido que aturde a su país y asola al continente, lastima sus oídos. Bucea el pasado para poner
en perspectiva el presente. ¿Cuánta culpa asiste a Estados Unidos en el drama
colombiano? Vásquez no deja dudas. La trama pone en evidencia que el mayor
estímulo para el cultivo de la coca hunde sus raíces en suelo estadounidense. Elaine
Fritts llega a Colombia como voluntaria del Cuerpo de Paz, su compañero en La
Dorada, Mike Barbieri, un drop-out de
la Universidad de Chicago, por casualidades de la literatura, llevaba dos años
de estar en Colombia, antes había trabajado otros dos con campesinos de Ixtapa
y Puerto Vallarta, y mucho antes “había
pasado unos cuantos meses en los barrios pobres de Managua.”
El entrecruzamiento de sus vidas con
Ricardo Laverde, da como resultado un testimonio de todo lo acontecido en el
despegue y consolidación del narcotráfico colombiano hacia Estados Unidos. El
novelista engarza de manera perfecta, sin superponer en la balanza a los
conjurados, para que la historia de sus vidas comience a ser desmadejada de
atrás hacia delante. Una llamada telefónica, igual ocurre en La Reina del Sur (2002), precipita en
los abismos a Antonio Yammara. Maya Fritts le invita a visitarle para ponerle
al tanto de lo sucedido. La hija de Elaine y Ricardo, piensa que Antonio puede
atar los cabos sueltos de la relación fallida con su padre. Antonio deseaba a
la vez conocer los pormenores de la vida de su compañero de infortunio. Ricardo
muere acribillado a balazos en Bogotá cuando salían de jugar billar y los tiros
también desgraciaron su vida. Se juntan para rememorar el pasado. Los hermana
la misma desdicha.
Los escritores nutren sus ficciones
metiéndose en los laberintos y pormenores de los hechos acontecidos en el
trayecto que definen para hilvanar sus historias. Los retuercen y exprimen. Vásquez
nació el mismo año que Estados Unidos fundó la Drug Enforcement Agency, repasa los gloriosos años 70, evoca al presidente Nixon, quien
utilizó por primera vez la expresión
guerra contra las drogas, una lucha fallida. El presidente guatemalteco Otto
Pérez Molina volvió a poner sal sobre la llaga. El consumo de drogas debe legalizarse.
Como advierte Ricardo Volpi en El
insomnio de Bolívar (2010), “los
estados invierten enormes sumas de dinero para combatirlos –gracias a las
ayudas millonarias que mendigan en Washington- sin esperanza de derrotarlos”. Entre diferentes remedios, el mexicano
propone “la legalización de ciertas
sustancias” y crear un amplio sistema de salud que atienda a los adictos en
Estados Unidos y en otras partes. Caso contrario “América Latina, gran productora y transito obligado que se dirige al
resto del mundo, seguirá desangrándose en una guerra desigual y acaso inútil.”
Al final sigo preguntándome, ¿El ruido de las cosas al caer merecía
ganar el Premio de Novela Alfaguara 2011? Tengo enormes reservas. Ningún
personaje resulta memorable. Tal vez se salva Ricardo Laverde. El papel de Antonio
Yammara es de crítico punzante de su sociedad, felizmente le convierte en un
hombre aquejado por complejos propios del macho latinoamericano. Los balazos lo
dejan mutilado sexualmente. Después de varios años de abstinencia su mujer
busca como salvar su matrimonio. Compra un vibrador para que supla su
impotencia. Se niega a usarlo. Precipita la crisis hogareña. La noche que
duerme con Maya Fritts, sintió el fuego de sus besos, “su lengua inútil me recorrió sin ruido, y luego su boca resignada
volvió a mi boca y solo en ese momento me di cuenta que estaba desnuda”.
¿Volvió a la vida o renació de nuevo? “… mi
mano recorrió sus senos y Maya la tomó en la suya y la puso entre las piernas y
mi mano en su mano tocó el bello liso y ordenado, y luego el interior de los
muslos suaves, y luego su sexo”. Algo que jamás intentó con su mujer.
¡Sabiduría femenina! Maya lo redime. ¿O
será tarde? Cuando vuelve a casa, Aura y su hija Leticia, ya no están. Vásquez
deja abierto el final para forzarnos a imaginarlo. ¿Se reencontrarán de nuevo? ¿Antonio
y Aura se darán una nuevo chance? La decisión está en tus manos, ni siquiera
del novelista. Una historia desgarradora dentro de un mundo alucinante.